Que el ejército español ha querido ser a las buenas o a las malas el
garante del orden político en este país desde el siglo XIX es algo que
nadie duda.
"Así sucedió que la parte
dinámica y activa de la nacion española, se ha acostumbrado a conceptuar
al ejército como instrumento natural de todo alzamiento nacional" Carlos Marx
Que el ejército español ha querido ser
a las buenas o a las malas el garante del orden político en este país
desde el siglo XIX es algo que nadie duda. Ya desde entonces, en el
periodo de los famosos "espadones" (Pavía, O'Donell, Narváez, Serrano,
Espartero, Prim...) los militares hacían y deshacían, formaban
gobiernos, daban golpes y contragolpes de estado y decidían, en
resumidas cuentas, las política nacional, siempre, claro y esta, con el
beneplácito de una monarquía que siempre ha sido (y lo sigue siendo) un
mero títere en manos de militares chovinistas, reaccionarios y
contrarrevolucionarios acérrimos.
En el siglo XX, la situación del
estado no cambio lo más mínimo, y durante la mayor parte del siglo, los
gobiernos de este país han estado copados directamente por militares
ultraconservadores y posteriormente fascistas, durante el reinado de
Alfonso XIII con la dictadura de Miguel Primo de Rivera y posteriormente
los 40 años de gobierno militar dirigidos por el dictador fascista
Francisco Franco y su camarilla de aduladores que mantuvieron al estado
bajo un régimen castrense.
Con la muerte del dictador fascista en
1975 poco, o más bien nada, vino a cambiarse en las esferas políticas
del país, con la proclamación como rey de Juan Carlos de Borbón, una
marioneta de los militares más fascistas (como lo fue su abuelo) que le
han tenido pillado por los huevos desde su designación como rey por el
dictador fascista, y cuyo entorno golpista y ultraderechista siempre ha
frecuentado el actual monarca, como así lo atestiguan algunos de sus
antiguos y más estrechos colaboradores (Armada, Milans..). Que el rey
sea a su vez comandante en jefe de todos los ejércitos, no hace sino
garantizarles a estos el prevalecimiento de los ideales ultraderechistas
, y una garantía de control político por parte de los militares.
No es casualidad que los famosos y
siempre citados artículos 2 y 8 de la Constitución española de 1978 le
otorgue directa, aunque camufladamente , inmensos poderes militares y
coactivos por encima de los derechos civiles más fundamentales, poderes
un tanto extraños en una democracia:
"Las Fuerzas Armadas tienen como
misión garantizar la soberanía e independencia de España, defender su
integridad territorial. La Constitución se fundamenta en la indisoluble
unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los
españoles"
A través de estas pequeñas
matizaciones "constitucionales" se ha dado carta para que, desde la
sombra, los militares más reaccionarios sigan mediatizando y controlando
la vida política de este país como lo han venido haciendo desde 1939.
No en vano, el intento de golpe de estado del 23-F de 1981 dirigido por
el guardia civil Antonio Tejero y con implicaciones de militares, se
hiciera en nombre del "rey, de la constitución y de España".
Y es que, como hemos visto, una
intervención golpista y fascista es perfectamente asumible desde dentro
de la propia constitución que limita las más básicas libertades civiles
(desde la protesta contra el régimen monárquico hasta el democrático
derecho de la soberanía y la autodeterminación nacional reconocida y
promovida desde hace décadas por la propia ONU) y otorga vía libre a los
militares para inmiscuirse por enésima vez en los asuntos políticos del
estado que en nada les incumbe a ellos y mediatizar a través de la
amenaza terrorista y de la violencia armada, las decisiones políticas
que en teoría deberían afectar única y libremente a los ciudadanos.
Desde esos años 70 y 80 plagados de
conspiraciones militares ultraderechistas para imponer una nueva
dictadura tumba abierta dirigida por los Milans, Armada, Tejero,
Ynestrillas... los militares, aunque de forma más velada, no han dejado
de inmiscuirse en los asuntos políticos, amenazando a los ciudadanos.
Especialmente, el incremento de las
protestas y movimientos sociales debido al descredito de la casta
política corrupta y crápula que nos gobierna, y el incremento del
movimiento independentista sobre todo en Catalunya, han hecho saltar en
los últimos años las alarmas nuevamente en los sectores más ultras del
ejército, que han vuelto a saltar como un resorte para recordarnos a
todos para que están aquí.
Ya en el año 2005 el general Félix
Sanz Roldán, jefe del Estado Mayor de la Defensa, afirmaba lo siguiente
en lo referido al tema catalán:
“La unidad de España es una
preocupación, como es lógico, para los militares. Y es una preocupación
porque, desde que nosotros ingresamos en la academia, hemos vivido por y
para España. Y qué duda cabe que existe entre los militares un gran
interés para que esta España secular que tanta gloria y tanta historia
acumula siga siendo patria común e indivisible de todos los españoles.”
Con este toque de atención, el ala
dura del ejercito, entre ellos sus más altos cargos como vemos, daban ya
a entender que ese sector ultra estaba empezando a molestarse porque
una parte mayoritaria de la ciudadanía catalana empezara a reclamar sus
legítimos derechos a decidir su propio futuro, exactamente como pasa en
Escocia, y donde no vemos a altos cargos del ejercito amenazar al pueblo
escocés.
Sin embargo, con los debates
estatutarios de Catalunya durante el gobierno de Zapatero y el inicio de
una mayor campaña nacionalista con la subida al poder de la Generalitat
de Artur Mas y la presión ejercida desde la izquierda burguesa (ERC) y
ciudadana (CUP) en el parlament, especialmente durante el gobierno
actual de Rajoy, es cuando los sectores fascistas del ejercito han
salido como si dijéramos, de debajo de las piedras (aunque en realidad
siempre han estado ahí vigilantes para esperar a salir a la palestra en
momentos como el actual con su verdadero rostro franquista, terrorista y
antidemocrático) para tratar de amedrentar a los ciudadano y volver a
plegarse, como en 1975 o 1981 a las órdenes militares.
Ya en agosto del reciente 2012 se
producía un nuevo toque de atención desde el ejército a través de unas
declaraciones del coronel del ejército Francisco Alamán Castro debido a
lo que ellos consideran "el desafío de los nacionalistas radicales catalanes a la unidad de España".
En estas declaraciones, el coronel Alamán señalaba que:
"¿La independencia de Cataluña? Por
encima de mi cadáver y el de muchos. Los militares hicimos un juramento
sagrado: cumplir el ordenamiento constitucional que consagra la unidad
de España como principio irrenunciable. También juramos defender su
integridad territorial hasta con nuestras propias vidas. Tenemos algo
que esa gente nunca tendrá: sentido del honor y sentido del deber.
Pese a ser un texto difuso y
ambiguo, la Constitución deja muy claro cuál deberá ser el papel del
Ejército ante una situación como la que pretenden los separatistas
catalanes. Hay margen para tener fe en el orgullo, el honor y el
compromiso patriótico de millones de españoles que tal vez estén hoy
somnolientos, pero que ante la exigencia de defender España, no dudarían
en ofrecer sus preciosas vidas. Los militares los primeros. Al menos
todos los que yo conozco".
Como vemos, las amenazas terroristas
de parte del ejercito no se han hecho esperar y no han sido precisamente
tenues. La amenaza abierta de una intervención militar de este ejército
franquista en el caso de que el pueblo vasco o catalán cometa el
tremendo delito de decidir democrática y mayoritariamente a través de
votación cual quiere ser su futuro es ya clara y directa, por si quedaba
alguna duda del tipo de dictadura fascista en la que aun seguimos
viviendo y en la que militares de alto rango como estos se erijan en
salvapatrias nuevamente y que, lejos de ser reprimidos, encuentran las
más completa tolerancia por parte de unas autoridades políticas
claramente serviles y postradas a los designios golpistas de estos
espadones.
Aun más leña al fuego arrojaba poco
después otro sector, igual de fascista que los anteriores, desde dentro
del ejército, esta vez unidos en un grupo de presión denominado
Asociación Militar Española que, en los dos últimos años ha lanzado
sendos comunicados en tono amenazante en los mismos casos que los
anteriores, y que evidencian que los sectores fascistas y golpistas del
ejercito se empiezan a organizar para presionar aun más al gobierno.
En septiembre y diciembre de 2012 y en
septiembre de 2013, esta agrupación lanzaba tres comunicados públicos
desde dentro de las filas del ejército en las que ya se apuesta y se
hace un llamamiento abierto a la intervención militar en Catalunya y
Euskadi para eliminar el movimientos civil independentista. Además de
esta verborrea terrorista y violenta, la AME hace publica apología en
sus revistas y en su página web de la dictadura franquista sin que por
ello sufra penalización alguna.
En el comunicado de diciembre de 2012, AME afirmaba que:
"La situación de libertad e
independencia de la AME la lleva a elevar su reiterada, amarga pero
firme queja contra lo que parece extraordinariamente una peligrosísima,
inadmisible, intolerable y total dejación por parte de los poderes
públicos correspondientes en relación con los hechos que se vienen
produciendo tanto en la región de Cataluña como en la de las provincias
Vascongadas. La Asociación de Militares Españoles considera estos hechos
la frontera última de lo que no se puede traspasar y que pudiera
terminar en un conflicto civil entre españoles que resultara en la
desintegración de España, dando lugar a una situación que deviniera, de
modo lamentable pero necesariamente irreversible, en el cumplimiento de
la misión que la Constitución Española, basada en la soberanía nacional
-que reside en el pueblo español y no en el Parlamento Nacional, no se
olvide-, asigna a los Ejércitos".
Como vemos, no ya solo se pide
expresamente una intervención militar en ambas naciones ibéricas, si no
que nuevamente, se vuelve a agitar la bandera de la guerra civil, como
ya hicieron Franco y sus compinches en 1936, como amenaza disuasoria en
caso de no acatar las amenazas terroristas de los militares.
A este comunicado le siguió el publicado en septiembre de 2013 en el que afirman:
"Inadmisible e intolerable de todo
punto es la actitud de quienes son representantes del Estado invitando a
los diputados a acudir a los actos independentistas, caso de flagrante
delito de alta traición. Pero tan inadmisible e intolerable es la de
quienes no las han frenado. Ello pone en una situación indefendible a
las instituciones que, no solo por obligación constitucional sino por su
propia y natural misión, tienen la obligación de mantener y defender la
unidad indisoluble de la Nación Española.
Realmente penoso y lamentable
resulta tener que comparar la cuando menos pusilánime reacción de los
poderes públicos actuales con la de otros gobiernos ante casos similares
de insubordinación de políticos elegidos; por ejemplo, el gobierno de
la Segunda Republica española ante el separatismo de la Generalidad, o
el de los Estados Unidos en 1963 con la insubordinación del gobernador
de Alabama: el presidente Kennedy envió a la Guardia Nacional de Alabama
y repuso el orden. Ejemplos que creemos deben ser imitados y aplicados
sin la menor dilación ni duda en las circunstancias actuales"
Como vemos, esta sección del ejército
no ya solo hace un segundo llamamiento a la intervención militar en
Catalunya y Euskadi, si no que ya directamente presiona por considerar
el independentismo como ideología política como un "delito de traición a
la patria" que debería ser castigado por ley. Una actitud abiertamente
fascista que evidencia el interés de gran parte del ejército de herencia
franquista de seguir marcando la agenda política de este país, como
hacían Franco y sus aliados desde 1939.
Pero es que no solo desde dentro de
las filas del ejército se hacen llamamientos a la intervención o se
muestra una intención de inmiscuirse en la actividad política, si no que
son las propias cúpulas dirigentes del ejercito, los más altos
representantes y dirigentes de esta institución los que, de forma un
tanto más velada y discreta vienen ejerciendo la misma actitud, dándoles
así razones y argumentos a estos sectores más ultras que ven
legitimadas sus proclamas golpistas y terroristas.
El pasado julio de 2013 pudimos ver un
nuevo toque de atención, esta vez más velado, pero más preocupante por
tratarse de quien se trataba. Así, el verano pasado, el rey Juan Carlos
presidia en Madrid una reunión del Consejo de Estado Mayor, un órgano
consultivo que sirve para coordinar a los jefes de Estado Mayor de los
Ejércitos y la Armada, con presencia del Ministro de Defensa, del jefe
de Estado Mayor de la Defensa (JEMAD), del Ejército de Tierra (JEME), el
de la Armada (AJEMA), y el del Ejército Aire (EMA), es decir, todos
los más altos cargos del ejercito español.
En las pocas notas que fueron reveladas sobre la reunión se afirmaba que:
"El contenido de las reuniones
sigue siendo absolutamente confidencial por razones de Estado, aunque es
más que evidente y ha trascendido que existe una preocupación
generalizada en el seno del Ejército por la delicada situación social y
política actual".
Una autentica declaración de
intenciones que coincide con un recrudecimiento de la tensión en el seno
del ejército y con las más descaradas declaraciones golpistas de los
militares más ultras como hemos visto antes.
Casualidad que en mitad de estas
tensiones golpistas se reúna la cúpula militar de este país para
confirmar abiertamente esta línea política ultraderechista desde dentro
del ejercito? Parece obvio que no, y que la cúpula del ejercito,
dirigida por el rey Juan Carlos vuelve a hacer como en 1936, o como en
1981: utilizar a los sectores más ultras del ejercito para usarlos como
punta de lanza y cabeza de turco y crear un caldo de cultivo favorable
en el seno del ejército y de la población civil para una intervención
militar en un momento en que los movimientos sociales y nacionalistas
han cobrado más fuerza que nunca.
Parece obvio también que, al parecer,
debe ir por ahí el movimiento de resistencia antifascista y
anticapitalista en nuestro estado, ya que se evidencia más claramente
que en otros sectores que son estos los que más rabia causa a un
ejército que nunca fue purgado por su presencia, su pasado y su
permanencia franquista y golpista.
También, ya de paso, podríamos indicar
que el castigo que los movimientos de liberación nacional vasco y el
movimiento de resistencia comunista propinaban día tras día durante los
70 y 80 a estos militares reaccionaros es un buen camino para
neutralizar y exterminar físicamente a estos elementos peligrosos contra
la clase trabajadora, lo mismo que debió haber hecho la II Republica
con sus antepasados fascistas.
En ello estaremos.