30 oct 2013

(Opinión) Ruido de sables en el ejército español

Que el ejército español ha querido ser a las buenas o a las malas el garante del orden político en este país desde el siglo XIX es algo que nadie duda.
 
"Así sucedió que la parte dinámica y activa de la nacion española, se ha acostumbrado a conceptuar al ejército como instrumento natural de todo alzamiento nacional" Carlos Marx
 
 
Que el ejército español ha querido ser a las buenas o a las malas el garante del orden político en este país desde el siglo XIX es algo que nadie duda. Ya desde entonces, en el periodo de los famosos "espadones" (Pavía, O'Donell, Narváez, Serrano, Espartero, Prim...) los militares hacían y deshacían, formaban gobiernos, daban golpes y contragolpes de estado y decidían, en resumidas cuentas, las política nacional, siempre, claro y esta, con el beneplácito de una monarquía que siempre ha sido (y lo sigue siendo) un mero títere en manos de militares chovinistas, reaccionarios y contrarrevolucionarios acérrimos.
 
En el siglo XX, la situación del estado no cambio lo más mínimo, y durante la mayor parte del siglo, los gobiernos de este país han estado copados directamente por militares ultraconservadores y posteriormente fascistas, durante el reinado de Alfonso XIII con la dictadura de Miguel Primo de Rivera y posteriormente los 40 años de gobierno militar dirigidos por el dictador fascista Francisco Franco y su camarilla de aduladores que mantuvieron al estado bajo un régimen castrense.
 
Con la muerte del dictador fascista en 1975 poco, o más bien nada, vino a cambiarse en las esferas políticas del país, con la proclamación como rey de Juan Carlos de Borbón, una marioneta de los militares más fascistas (como lo fue su abuelo) que le han tenido pillado por los huevos desde su designación como rey por el dictador fascista, y cuyo entorno golpista y ultraderechista siempre ha frecuentado el actual monarca, como así lo atestiguan algunos de sus antiguos y más estrechos colaboradores (Armada, Milans..). Que el rey sea a su vez comandante en jefe de todos los ejércitos, no hace sino garantizarles a estos el prevalecimiento de los ideales ultraderechistas , y una garantía de control político por parte de los militares.
 
No es casualidad que los famosos y siempre citados artículos 2 y  8 de la Constitución española de 1978 le otorgue directa, aunque camufladamente , inmensos poderes militares y coactivos por encima de los derechos civiles más fundamentales, poderes un tanto extraños en una democracia:
 
"Las Fuerzas Armadas tienen como misión garantizar la soberanía e independencia de España, defender su integridad territorial. La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles"
 
A través de estas pequeñas matizaciones "constitucionales" se ha dado carta para que, desde la sombra, los militares más reaccionarios sigan mediatizando y controlando la vida política de este país como lo  han venido haciendo desde 1939. No en vano, el intento de golpe de estado del 23-F de 1981 dirigido por el guardia civil Antonio Tejero y con implicaciones de militares, se hiciera en nombre del "rey, de la constitución y de España". 
 
Y es que, como hemos visto, una intervención golpista y fascista es perfectamente asumible desde dentro de la propia constitución que limita las más básicas libertades civiles (desde la protesta contra el régimen monárquico hasta el democrático derecho de la soberanía y la autodeterminación nacional reconocida y promovida desde hace décadas por la propia ONU) y otorga vía libre a los militares para inmiscuirse por enésima vez en los asuntos políticos del estado que en nada les incumbe a ellos y mediatizar a través de la amenaza terrorista y de la violencia armada, las decisiones políticas que en teoría deberían afectar única y libremente a los ciudadanos.
 
Desde esos años 70 y 80 plagados de conspiraciones militares ultraderechistas para imponer una nueva dictadura  tumba abierta dirigida por los Milans, Armada, Tejero, Ynestrillas... los militares, aunque de forma más velada, no han dejado de inmiscuirse en los asuntos políticos, amenazando a los ciudadanos.
 
Especialmente, el incremento de las protestas y movimientos sociales debido al descredito de la casta política corrupta y crápula que nos gobierna, y el incremento del movimiento independentista sobre todo en Catalunya, han hecho saltar en los últimos años las alarmas nuevamente en los sectores más ultras del ejército, que han vuelto a saltar como un resorte para recordarnos a todos para que están aquí.
 
Ya en el año 2005 el general Félix Sanz Roldán, jefe del Estado Mayor de la Defensa, afirmaba lo siguiente en lo referido al tema catalán:
 
“La unidad de España es una preocupación, como es lógico, para los militares. Y es una preocupación porque, desde que nosotros ingresamos en la academia, hemos vivido por y para España. Y qué duda cabe que existe entre los militares un gran interés para que esta España secular que tanta gloria y tanta historia acumula siga siendo patria común e indivisible de todos los españoles.”
 
Con este toque de atención, el ala dura del ejercito, entre ellos sus más altos cargos como vemos, daban ya a entender que ese sector ultra estaba empezando a molestarse porque una parte mayoritaria de la ciudadanía catalana empezara a reclamar sus legítimos derechos a decidir su propio futuro, exactamente como pasa en Escocia, y donde no vemos a altos cargos del ejercito amenazar al pueblo escocés.
 
Sin embargo, con los debates estatutarios de Catalunya durante el gobierno de Zapatero y el inicio de una mayor campaña nacionalista con la subida al poder de la Generalitat de Artur Mas y la presión ejercida desde la izquierda burguesa (ERC) y ciudadana (CUP) en el parlament, especialmente durante el gobierno actual de Rajoy, es cuando los sectores fascistas del ejercito han salido como si dijéramos, de debajo de las piedras (aunque en realidad siempre han estado ahí vigilantes para esperar a salir a la palestra en momentos como el actual con su verdadero rostro franquista, terrorista y antidemocrático) para tratar de amedrentar a los ciudadano y volver a plegarse, como en 1975 o 1981 a las órdenes militares.
 
Ya en agosto del reciente 2012 se producía un nuevo toque de atención desde el ejército a través de unas declaraciones del coronel del ejército  Francisco Alamán Castro debido a lo que ellos consideran "el desafío de los nacionalistas radicales catalanes a la unidad de España". 
 
 
                                                        
 
En estas declaraciones, el coronel Alamán señalaba que:
 
"¿La independencia de Cataluña? Por encima de mi cadáver y el de muchos. Los militares hicimos un juramento sagrado: cumplir el ordenamiento constitucional que consagra la unidad de España como principio irrenunciable. También juramos defender su integridad territorial hasta con nuestras propias vidas. Tenemos algo que esa gente nunca tendrá: sentido del honor y sentido del deber.
 
Pese a ser un texto difuso y ambiguo, la Constitución deja muy claro cuál deberá ser el papel del Ejército ante una situación como la que pretenden los separatistas catalanes. Hay margen para tener fe en el orgullo, el honor y el compromiso patriótico de millones de españoles que tal vez estén hoy somnolientos, pero que ante la exigencia de defender España, no dudarían en ofrecer sus preciosas vidas. Los militares los primeros. Al menos todos los que yo conozco".
 
Como vemos, las amenazas terroristas de parte del ejercito no se han hecho esperar y no han sido precisamente tenues. La amenaza abierta de una intervención militar de este ejército franquista en el caso de que el pueblo vasco o catalán cometa el tremendo delito de decidir democrática y mayoritariamente a través de votación cual quiere ser su futuro es ya clara y directa, por si quedaba alguna duda del tipo de dictadura fascista en la que aun seguimos viviendo y en la que militares de alto rango como estos se erijan en salvapatrias nuevamente y que, lejos de ser reprimidos, encuentran las más completa tolerancia por parte de unas autoridades políticas claramente serviles y postradas a los designios golpistas de estos espadones.
 
Aun más leña al fuego arrojaba poco después otro sector, igual de fascista que los anteriores, desde dentro del ejército, esta vez unidos en un grupo de presión denominado Asociación Militar Española que, en los dos últimos años ha lanzado sendos comunicados en tono amenazante en los mismos casos que los anteriores, y que evidencian que los sectores fascistas y golpistas del ejercito se empiezan a organizar para presionar aun más al gobierno.
 
                                                        
 
En septiembre y diciembre de 2012 y en septiembre de 2013, esta agrupación lanzaba tres comunicados públicos desde dentro de las filas del ejército en las que ya se apuesta y se hace un llamamiento abierto a la intervención militar en Catalunya y Euskadi para eliminar el movimientos civil independentista. Además de esta verborrea terrorista y violenta, la AME hace publica apología en sus revistas y en su página web de la dictadura franquista sin que por ello sufra penalización alguna.
 
En el comunicado de diciembre de 2012, AME afirmaba que:
 
"La situación de libertad e independencia de la AME  la lleva a elevar su reiterada, amarga pero firme queja contra lo que parece extraordinariamente una peligrosísima, inadmisible, intolerable y total dejación por parte de los poderes públicos correspondientes en relación con los hechos que se vienen produciendo tanto en la región de Cataluña como en la de las provincias Vascongadas. La Asociación de Militares Españoles considera estos hechos la frontera última de lo que no se puede traspasar y que pudiera terminar en un conflicto civil entre españoles que resultara en la desintegración de España, dando lugar a una situación que deviniera, de modo lamentable pero necesariamente irreversible, en el cumplimiento de la misión que la Constitución Española, basada en la soberanía nacional -que reside en el pueblo español y no en el Parlamento Nacional, no se olvide-, asigna a los Ejércitos".
 
Como vemos, no ya solo se pide expresamente una intervención militar en ambas naciones ibéricas, si no que nuevamente, se vuelve a agitar la bandera de la guerra civil, como ya hicieron Franco y sus compinches en 1936, como amenaza disuasoria en caso de no acatar las amenazas terroristas de los militares.
 
A este comunicado le siguió el publicado en septiembre de 2013 en el que afirman:
 
"Inadmisible e intolerable de todo punto es la actitud de quienes son representantes del Estado invitando a los diputados a acudir a los actos independentistas, caso de flagrante delito de alta traición. Pero tan inadmisible e intolerable es la de quienes no las han frenado. Ello pone en una situación indefendible a las instituciones que, no solo por obligación constitucional sino por su propia y natural misión, tienen la obligación de mantener y defender la unidad indisoluble de la Nación Española.
 
Realmente penoso y lamentable resulta tener que comparar la cuando menos pusilánime reacción de los poderes públicos actuales con la de otros gobiernos ante casos similares de insubordinación de políticos elegidos; por ejemplo, el gobierno de la Segunda Republica española ante el separatismo de la Generalidad, o el de los Estados Unidos en 1963 con la insubordinación del gobernador de Alabama: el presidente Kennedy envió a la Guardia Nacional de Alabama y repuso el orden. Ejemplos que creemos deben ser imitados y aplicados sin la menor dilación ni duda en las circunstancias actuales"
 
Como vemos, esta sección del ejército no ya solo hace un segundo llamamiento a la intervención militar en Catalunya y Euskadi, si no que ya directamente presiona por considerar el independentismo como ideología política como un "delito de traición a la patria" que debería ser castigado por ley. Una actitud abiertamente fascista que evidencia el interés de gran parte del ejército de herencia franquista de seguir marcando la agenda política de este país, como hacían Franco y sus aliados desde 1939.
 
Pero es que no solo desde dentro de las filas del ejército se hacen llamamientos a la intervención o se muestra una intención de inmiscuirse en la actividad política, si no que son las propias cúpulas dirigentes del ejercito, los más altos representantes y dirigentes de esta institución los que, de forma un tanto más velada y discreta vienen ejerciendo la misma actitud, dándoles así razones y argumentos a estos sectores más ultras que ven legitimadas sus proclamas golpistas y terroristas.
 
                               rey-defensa
 
El pasado julio de 2013 pudimos ver un nuevo toque de atención, esta vez más velado, pero más preocupante por tratarse de quien se trataba. Así, el verano pasado, el rey Juan Carlos presidia en Madrid una reunión del Consejo de Estado Mayor, un órgano consultivo que sirve para coordinar a los jefes de Estado Mayor de los Ejércitos y la Armada, con presencia del Ministro de Defensa, del jefe de Estado Mayor de la Defensa (JEMAD), del Ejército de Tierra (JEME), el de la Armada (AJEMA), y el del Ejército Aire (EMA),  es decir, todos los más altos cargos del ejercito español.
 
En las pocas notas que fueron reveladas sobre la reunión se afirmaba que:
 
"El contenido de las reuniones sigue siendo absolutamente confidencial por razones de Estado, aunque es más que evidente y ha trascendido que existe una preocupación generalizada en el seno del Ejército por la delicada situación social y política actual".
 
Una autentica declaración de intenciones que coincide con un recrudecimiento de la tensión en el seno del ejército y con las más descaradas declaraciones golpistas de los militares más ultras como hemos visto antes. 
 
Casualidad que en mitad de estas tensiones golpistas se reúna la cúpula militar de este país para confirmar abiertamente esta línea política ultraderechista desde dentro del ejercito? Parece obvio que no, y que la cúpula del ejercito, dirigida por el rey Juan Carlos vuelve a hacer como en 1936, o como en 1981: utilizar a los sectores más ultras del ejercito para usarlos como punta de lanza y cabeza de turco y crear un caldo de cultivo favorable en el seno del ejército y de la población civil para una intervención militar en un momento en que los movimientos sociales y nacionalistas han cobrado más fuerza que nunca.
 
Parece obvio también que, al parecer, debe ir por ahí el movimiento de resistencia antifascista y anticapitalista en nuestro estado, ya que se evidencia más claramente que en otros sectores que son estos los que más rabia causa a un ejército que nunca fue purgado por su presencia, su pasado y su permanencia franquista y golpista.
 
También, ya de paso, podríamos indicar que el castigo que los movimientos de liberación nacional vasco y el movimiento de resistencia comunista propinaban día tras día durante los 70 y 80 a estos militares reaccionaros es un buen camino para neutralizar y exterminar físicamente a estos elementos peligrosos contra la clase trabajadora, lo mismo que debió haber hecho la II Republica con sus antepasados fascistas.
 
En  ello estaremos.