El Tribunal Europeo de Derechos Humanos sentenció que la “doctrina Parot”
vulnera el Convenio Europeo de Derechos Humanos, concretamente los
artículos 5.1, que establece el derecho a la libertad y a la seguridad, y
7, según el cual no hay pena sin ley.
La “Doctrina Parot” fue una invención del Partido Popular y el PSOE, los dos partidos que mantienen viva y actualizada la herencia del franquismo en España. Ambos modificaron la legislación para que a determinados presos no pudieran aplicarles los beneficios penitenciarios establecidos por la ley como los 30 años que como máximo cualquier preso puede permanecer en prisión.
La Sentencia de la Gran Sala del Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) del pasado 21 de octubre de 2013 sobre esta doctrina ratificó los derechos de los presos, en cuanto a que estos debían cumplir su condena íntegra, ni más ni menos.
En un Estado de Derecho que no contempla como pena la cadena perpetua, sino que establece límites máximos de cumplimiento, todos los presos deben ser puestos en libertad cuando cumplen sus condenas.
Este Tribunal que ahora ha escandalizado tanto a los socialdemócratas es el mismo que en 2009 avaló la ilegalización de Batasuna. Entonces, decían los políticos de turno, que estábamos en un Estado de Derecho
donde se hacía justicia y se luchaba contra el “terrorismo”. Sin
embargo ahora, cuando la Sentencia dictamina que los presos han de
cumplir su condena, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, habla de
“injusticia”, cuando nunca antes ningún país de la UE se había
posicionado abiertamente ante una Sentencia del Tribunal de Estrasburgo.
Por su parte, Esperanza Aguirre ha asegurado que “El Tribunal de Estrasburgo no es Tribunal ni es nada”.
Mientras escribo estas líneas , me llega la información de que el alcalde del PP de Almagro ha decidido retirar la bandera de Europa del ayuntamiento, para mostrar su rotundo rechazo por la decisión.
Pero en el fondo de la cuestión se
encuentra también el objetivo de si las cárceles tienen una finalidad de
centros de reinserción o lo son para aplicar una venganza, como
defienden algunas asociaciones de víctimas. En principio, el origen de
las mismas es para intentar una recuperación social del preso que
siempre debe tener reconocidos todos sus derechos. Y la doctrina era completamente contraria a los derechos humanos que avala el Convenio europeo.
Las reacciones no se han hecho esperar.
Por un lado se encuentran las personas que acatan la decisión del
Tribunal y la aplauden, la consideran necesaria para el cumplimiento de
los derechos humanos y para el camino hacia la paz y la
reinserción de los presos. Y por otro lado, no faltan las voces
contrarias a la Sentencia, y el odio en las calles no se ha hecho
esperar. Estas reacciones son las que pudieron verse en la manifestación
convocada por la AVT, donde algunos asistentes levantaron sus brazos realizando el saludo nazi.
Algunos de aquellos que piden justicia, que quieren que se pague por
el daño realizado, son los mismos que ahora salen a la calle con
banderas del partido nazi Democracia Nacional, o alzan banderas franquistas al viento, banderas de la legión o carteles como “Otra dictadura sería mejor que esta democracia”.
En el mismo país que desfilan banderas
fascistas en nombre del respeto a las víctimas y la justicia (su
justicia), en el pasado chupinazo de SanFermín hubo seis detenidos por desplegar la ikurriña.
Ellos hablan de justicia,
pero despliegan banderas manchadas de sangre y dolor. Ellos hablan de
justicia y respeto, pero son los mismos que condenan o persiguen a otros
por portar banderas que no son las suyas. Aún recuerdo la vez en la que
íbamos en una ambulancia conducidos hacia el hospital, después de haber
sido agredidos por la policía. Un anciano herido llevaba una bandera
republicana, no se despegaba de ella en ningún momento, como si fuera
parte de él mismo, un tesoro. Los trabajadores del Samur le recomendaron
no llevarla al hospital. Podría haber policía y podrían llevarle
detenido, pues no era la primera vez que pasaba.
Por tanto, me hace sospechar si la polémica sobre la doctrina Parot
se centra en el dolor de las víctimas (cuando los culpables ya han
pagado su condena) o es la excusa perfecta para sacar a la luz proclamas fascistas y rupturistas, que por desgracia nos estamos acostumbrando a ver en los últimos meses.
El TEDH protege el Estado de Derecho: valoración de la Sentencia Del Río Prada c. España