21 oct 2008

Sobre el procesamiento de los Responsables de la Represión Franquista.

Las personas más veteranas recordarán las clases de historia en la escuela franquista, y como la cronología de acontecimientos se detenía bruscamente en 1.931. Esa especie de “escondite ingles” pedagógico, en el que, bajo la omnipresente y fantasmal figura del dictador, el programa de estudios se detenía, se complementaba con una página en la que sumariamente se vertía un panegírico contra la II República y el peligro “rojo”, y unas rutinarias loas al “alzamiento nacional”.

La llamada transición siguió contribuyendo a echar más paletadas de tierra sobre este pedazo de nuestra historia, si bien quienes teníamos abuelos nos contaban en voz baja retazos de nuestra historia real y, a veces, con nostalgia no exenta de rabia, nos describían las ilusiones de un pueblo porsalir de la miseria y la ignorancia, la resistencia en nuestras ciudades y pueblos frente al golpe de estado protagonizado por unos militares apoyados por Hitler y Mussolini, y bendecidos como cruzada por el Vaticano. Y también la espantosa represión posterior…

Mentiría si dijera que no me causó una profunda alegría el Auto del Juez Garzón de procesamiento de los responsables de la represión fascista de la guerra y la postguerra. La satisfacción es directamente proporcional a la rabia de los de siempre, de los descendientes biológicos e ideológicas de los criminales golpistas, que a través de sus medios de comunicación afines clamaban contra dicha iniciativa. Pero no puedo evitar una cierta tristeza ante la limitación del Auto en el tiempo, en concreto hasta 1.952, como si de nuevo la historia deba jugar al “escondite inglés” y detenerse en esa fecha.

¿Por qué hasta 1952 y no más adelante? ¿Cesó en esa fecha la represión fascista? ¿En que año mataron a Grimau, a Delgado y Granados, a Enrique Ruano, a Puig Antich, a Txiki, Otaegui, Sanchez Bravo, Baena y García Sanz? ¿No hubo represión a partir de esa fecha?

Los argumentos esgrimidos para justificar dicha limitación en el tiempo no parecen demasiado convincentes. Se argumenta que en esa fecha finalizó sustancialmente la resistencia guerrillera y, por tanto,la feroz matanza protagonizada en la provincia de Teruel por el general Pizarro, abuelo del fichaje estrella del PP en las últimas elecciones, pero este argumento es poco consistente históricamente ya que la resistencia guerrillera continuó un tiempo más en el norte, fundamentalmente en Asturias y León. Se alude también a que en aquel año se acabaron sustancialmente las ejecuciones extrajudiciales, pero no se si esto significa que se considera justicia las condenas a muerte dictadas por los Tribunales Militares Especiales “de actividades extremistas”, que condenaban a muerte tras juicio sumarísimo a luchadores antifascistas con la única base de confesiones arrancadas por la tortura, sin el más mínimo derecho de defensa.

No puede ser causa para detenerse en el tiempo salvar del procesamiento al que fuera nombrado sucesor de Franco, y que como tal juró obediencia y acatamiento a los Principios Fundamentales del Movimiento, y que mas tarde llegaría a ser Jefe del Estado, ya que su jefatura fue refrendada por la Constitución de 1978, que fija que es irresponsable (art. 56.3).

La única explicación racional que alcanzo a vislumbrar es la voluntad de limitar los efectos de dicho Auto para evitar el procesamiento de aquellos ministros y altos cargos del Franquismo que permanecen hoy con vida, algunos de ellos maquillados de demócratas de toda la vida. Me refiero a personajes como el eterno Manuel Fraga, que se sentaba en el Consejo de Ministros que ratificó la condena a muerte a Julián Grimau, y actualmente ocupa escaño en el Senado, y ese actual consejero de PRISA, Rodolfo Martín Villa, que dirigía a los pistoleros desde la Gobernación Civil de Barcelona, y que más tarde llegó a ser Ministro, entre otros muchos jueces, militares, policías, funcionarios de alto rango, muchos de los cuales disfrutan hoy de una vida plácida.

Y no vamos a hablar ahora de remover las cenizas judiciales de los muertos de la llamada “transición”, la impunidad de los responsables de las muertes de Vitoria 1976, Arturo Ruiz, Mª Luz Nájera, Javier Verdejo, Vicente Cuervo, Emilio Martínez, José Luis Montañés y tantas otras víctimas de las fuerzas parapoliciales, dicho en términos suaves, clama al cielo.

Tal vez con este Auto se haya abierto una pequeña rendija para seguir reivindicando la memoria de los nuestros, de los que perdieron todo por defender proyectos de libertad y emancipación, pero esta rendija es tal vez aún demasiado estrecha. Ojalá más temprano que tarde se abra de par en par una puerta que no solo ponga de manifiesto que esta tierra es un inmenso cementerio, algo que ya sabíamos, sino que sirva para que por una vez se castigue a los culpables.

Francisco García Cediel - Militante de Iniciativa Comunista
http://iniciativacomunista.org/venceremos/spip.php