15 oct 2008

Se les está acabando el juego.

Con este artículo, intentaremos diseccionar y comprender algunos de los factores clave, dentro de nuestro contexto actual, que nos puedan dar ciertas pistas acerca de la táctica de lucha que deberemos seguir en nuestra búsqueda de una revolución anticapitalista de carácter popular.

A la hora de afrontar nuestro papel de trabajadores concienciad@s, solidari@s, sensibles socialmente o simplemente nuestro papel como revolucionari@s hemos de volver a aplicar una fórmula de trabajo sencilla y práctica, es decir; antes de nada hemos de tener claro qué queremos conseguir con nuestro esfuerzo o al menos qué no queremos en nuestras vidas. Estudiaremos un plan de actuación y poniéndolo en práctica contrastándolo así con la realidad veremos si hemos acertado con la línea de trabajo o necesitaremos modificarla para que los resultados se ajusten a los deseados.

La experiencia histórica confirma que ningún movimiento subversivo (entendido como trastornador o revolvedor del plano social, económico, moral, cultural, etc…) que pretenda desarrollar una revolución se puede sostener mucho tiempo sin el apoyo de las masas. En el Perú y América Latina tenemos experiencias suficientes al respecto. Las guerrillas del "Che" Guevara, heroicas pero aisladas de las masas sucumbieron en 9 meses al fuego de los soldados bolivianos.

Hemos de ser sinceros y saber asumir que los intereses de la “gente de a pie” y los intereses de l@s antifascistas no siempre son los mismos. Llámese medios de desinformación, sociedad de consumo, pasotismo general o mal planteamiento de la situación, la cuestión es que solemos aparecer ante la gran opinión pública como gente rara a la que nadie comprende exactamente. Incluso los casos más evidentes son difuminados de nuestras conciencias con una pulsación a nuestro mando a distancia, como el que sólo pasaba de largo.

Entonces, ¿cómo podemos hacer para contar con el apoyo del pueblo y buscar su implicación?
Según las premisas de las que hemos hablado anteriormente ya tenemos el primer paso, saber qué queremos hacer por el momento. Bien, veamos unas cuantas ideas que nos acerquen a ello:

Nos encontramos en un contexto económico mundial en el que todo es presentado como inestable e incógnito.

En el Estado Español, la cifra de paro se sitúa en la más alta de los últimos 11 años, siendo la construcción el sector más afectado donde sólo conservan su antiguo trabajo 2 de cada 10 trabajadores.

Temerosos de quedarse sin liquidez, la Unión Europea y Estados Unidos no pueden permitirse dejar de inyectar dinero público en las arcas de los grandes bancos y entidades crediticias internacionales. Ya se habla de la cantidad de dinero que tiene asegurado cada país para cada cliente en caso de que su banco quebrase. La cifra española asciende hasta los 20.000 euros, la más baja de todos nuestros vecinos europeos.

La idea de que el “corralito” argentino nos ataque también a nosotros ronda por las cabezas de todo el mundo y quien más y quien menos se ha planteado ya meter sus ahorros debajo del colchón.
¿Cuánto tiempo se podrá mantener esta situación? ¿Cuánto tiempo falta para que vayamos a los cajeros y ninguno tenga efectivo? ¿Cuánto tiempo podremos seguir haciendo como si no pasara nada?

La respuesta exacta no la tiene nadie (será siempre el resultado de las condiciones contextuales sumadas a la capacidad para influir de los revolucionari@s), pero cuando estemos protestando en la calle junto a los millones de personas afectadas, parados, desahuciados o víctimas de las quiebras bancarias, debemos insistir siempre y hacerles ver la verdadera raíz del problema. Es decir, debemos luchar por metas cercanas, por objetivos que la gente sienta directamente como propios, pero nunca perder de vista su raíz en la propia estructura del sistema y así machacar una y otra vez sobre la misma piedra haciendo la grieta capitalista más y más grande hasta su completo resquebrajamiento.

Varios factores se pueden interponer en el desarrollo de nuestras ideas. En muchas ocasiones son nuestros propios planteamientos los que nos alejan del conjunto de la clase trabajadora. Es imprescindible tener en cuenta que todo nuestro trabajo está dedicado a nuestra liberación como clase del yugo del capitalismo y en este sentido nos debemos totalmente a ella. En cambio no es raro oír expresiones como “es que la gente no se entera” o “la peña pasa, menuda pasividad” ¿Pensamos que la gente es tonta y no se entera? ¿O quizás los iluminados que a veces exigimos idealismos somos nosotr@s?

La revolución, como los buenos guisos, debe cocinarse a fuego lento para así, ser capaces de ver en todo momento cuales son las demandas del pueblo y qué papel tenemos l@s anticapitalistas en ellas.
Pero desde luego que nuestro único escollo no somos nosotr@s mis@s, ojalá.

El establishment, es decir, el grupo de la elite capitalista que controla las principales empresas, bancos, países y medios de comunicación de todo el mundo juega sus cartas de manera implacable. Una de sus mayores y mejores herramientas de control social son sin duda los medios de comunicación.

La lucha contra las difamaciones que por definición de línea editorial se vierten contra todo lo que se salga del juego capitalista no son una broma ni un accidente sin intención.

Nosotr@s no tenemos todo su poderío tecnológico ni mediático para combatirles pero tenemos una herramienta mucho más poderosa: el ejemplo revolucionario.

Herramienta imprescindible en todos los contextos de luchas sociales, siempre existen personas que por su capacidad de sacrificio se convierten en ejemplo para muchas otras que adoptan su causa como propia e identificándose con su comportamiento, lo imitan.

Por ello es imprescindible que l@s antifascistas revolucionari@s nos encontremos al frente de todas las reivindicaciones y luchas de la clase trabajadora porque poco importan las calumnias que viertan en los mass-media si los compañer@s de la fábrica, de la obra o de la cola del paro saben que siempre has estado con ell@s y que su lucha y la nuestra es la misma.

Ahora bien, otra parte mucho más directa de ese control económico, político y social al que nos vemos sometidos por la gran oligarquía internacional son los ataques fascistas.

Organizados en grupos, su objetivo siempre ha sido atemorizar a la parte más consciente de la clase trabajadora para mermar todo lo posible su trabajo político.

Una variante es su organización entorno a partidos políticos “democráticos y pacíficos” que bajo eslóganes populistas e incluso socialdemócratas intenten hacerse con el voto de la clase trabajadora.
Pero se les está acabando el juego.

La campaña de presión y autodefensa, mediante acciones directas organizadas se está mostrando como la manera más eficaz de mermar sus fuerzas. Solamente usando éste tipo de métodos se está consiguiendo en la capital que estos grupos residuales se lo piensen muy mucho a la hora de convocar un acto.
Les estamos dando una buena dosis de su propia medicina.

Pero este éxito común de todos los antifas madrileñ@s no es fruto de un día. La lucha constante por la auto-organización en barrios mediante C.S.O.’s y asambleas locales es un éxito palpable en nuestra realidad siendo ya la coordinación entre todos los barrios y colectivos de la capital y los pueblos de alrededor la mejor herramienta de lucha con la que contamos la juventud revolucionaria de Madrid.

Sigamos contrastando nuestras ideas con la realidad, ¿quién sabe dónde estará el límite?
Permitidnos que nos despidamos con una síntesis que refleja perfectamente Non Servium en una de las letras de su nuevo disco:
Hacernos fuertes es nuestra prioridad… Cambio de orden, ¡los de abajo reinarán!

http://www.nodo50.org/rashmadrid