29 nov 2007

La revuelta sigue y se extiende a otros barrios de París: La prepotencia policial ya no queda impune

La revuelta en el suburbio parisino de Villiers-le-Bel por la muerte provocada de dos menores de edad el domingo se reprodujeron por tercera noche consecutiva, extendiéndose también a otras zonas del departamento de Val d´Oise. El fuerte despliegue represivo no impidió la protesta.
Los enfrentamientos de la Policía con los manifestantes por la muerte provocada el domingo de dos menores de edad, originarios de Argelia, se sucedieron ayer por tercer día consecutivo en barrios periféricos de París. Según fuentes de los manifestantes, el vehículo policial que perseguía a los dos adolescentes encerró a la motocicleta de estos provocando el choque y su posterior muerte.
Según indicó la Prefectura del departamento de Val d´Oise, en las primeras horas de la noche, «algunos» vehículos fueron incendiados y hubo siete arrestos en Villiers-le-Bel y en localidades colindantes de este departamento. De hecho, el lunes los enfrentamientos policiales se expandieron por este departamento, avivando así los temores de las autoridades de un posible rebrote de la ola de protestas que tuvo lugar en 2005, cuando la policía perseguía a dos adolescentes pobres que, desesperados, intentaron esconderse en un transformador eléctrico que les provocó su muerte.
Los enfrentamientos de la Policía con los manifestantes el lunes comenzaron en torno a las 19.30 en el centro de Villiers-le-Bel, donde se concentran bloques de edificios de escasa altura en un trazado de calles laberínticas.
Ya de noche, los disturbios se propagaron a otras localidades vecinas como Garges-Is-Gonesse, Goussainville, Ermont-Eaubonne, Cergy, Sarcelles y Gonesse, donde fueron atacados un supermercado, un concesionario de la marca Renault y varios coches.
En un primer balance, entre el domingo y el lunes, más de 70 vehículos y edificios, incluida una biblioteca municipal, dos escuelas y numerosos centros comerciales fueron incendiados. El secretario general del sindicato policial Synergie, Patrice Ribeiro, cifró en casi 80 los agentes heridos. En declaraciones a la emisora radiofónica RTL, advirtió que «responderán» a una situación que «puede convertirse en insostenible» y denunció el uso de armas de fuego contra los agentes, viejo truco que acostumbran usar las autoridades cuando están preparando el uso propio de armas de fuego.
Un sindicato policial dijo sentirse preocupado por el cariz que estaba tomando la situación, a su juicio, mucho más peligrosa que la de hace dos años. Un alto responsable policial afirmó, en esa línea, que la intensidad de los choques con la Gendarmería fue mayor. No es de extrañar, los jóvenes están cada vez más cansados de la prepotencia policial, y cada vez menos dispuestos a aceptar que quede impune.
Las familias reclaman la verdad
Las familias de Moushin, de 15 años, y Larami, de 16, mientras tanto, seguían reclamando justicia y una investigación exhaustiva sobre la actuación policial. Abogados de las familias señalaron que están estudiando recurrir a los tribunales. «Una investigación judicial sería un gesto que ayudaría a traer la paz a los familiares», consideró el letrado Jean-Pierre Mignard.
Lo ocurrido ha abierto entre políticos, politólogos y sociólogos, el debate sobre qué se ha hecho desde 2005 para evitar este tipo de situaciones. En opinión del sociólogo y autor de varios libros Laurent Mucchielli, mientras no cambien las condiciones de vida en los barrios periféricos y el modo de intervención de la Policía, seguirá habiendo incidentes. Destacó que «esta vez, lo poderes públicos parecen más hábiles en su comunicación y en la gestión de crisis». En la de 2005, el entonces ministro de Interior y actual presidente, Nicolas Sarkozy, llamó «gentuza» a los manifestantes, contribuyendo a aumentar la tensión.
La izquierda electoralista, igual que siempre
El primer secretario del PS francés, François Hollande, pidió a las autoridades «la máxima claridad sobre las condiciones de este drama», y a los jóvenes «responsabilidad». «El regreso a la calma es una condición indispensable para descubrir la verdad sobre la muerte esos dos chicos», añadió.
El jefe parlamentario del PS, Jean-Marc Ayrault, subrayó que, tras las protestas de 2005, «no se extrajeron las verdaderas lecciones que cabía esperar». Entre ellas, aunque no la mencionó, la de que no se puede tratar a los jóvenes pobres como si fueran esclavos de las colonias, porque luego reaccionan y pasa lo que pasa.