11 dic 2008

Queda libre bajo fianza Santos Mirasierra.

Bajo una fianza de 6000 euros queda libre el ultra del Olympique de Marsella, cabeza de turco en los incidentes ocurridos en el Vicente Calderón.

Mirasierra fue condenado a tres años y medio de prisión por la justicia española el pasado viernes por "perturbar el orden público", entre otros argumentos. Ante la indecente avalancha mediática impulsada por los diferentes medios de comunicación, en concreto los ligados al entorno futbolístico, parece que se pone un punto y aparte en el acoso y derribo hacia Santos, quien ha declarado: "Yo soy un ultra, no soy ni un hooligan ni un criminal".

Los hechos violentos protagonizados por la policía en el partido que enfrentó a su equipo con el Atlético de Madrid en el Vicente Calderón, tuvieron un saldo de más de una docena de heridos y la detención de Santi como cabeza de turco, algo típico en los diferentes enfrentamientos con la policía a todos los niveles. Todo valió para justificar su detención, era un ultra y tenía que pagarlo. El Mundo intentó manipular acreditando al grupo al que pertenece, Commando Ultra 84, de tener una ideología neonazi cuando la realidad es toda la contraria; conocida es su base claramente de izquierdas y así lo demuestra los diferentes apoyos recibidos por otras hinchadas antifascistas del estado español como Bukaneros, Biris Norte o Riazor Blues entre otras... Hasta tal punto ha llegado la solidaridad mostrada por aquí que hasta aparecieron pintadas en la fachada del estadio atlético reclamando la libertad para el compañero ultra, al igual que señalando a todos los complices de su situación, en especial al ocultismo y la desinformación en los mass media. Como resultado de esta acción, fueron detenidos ocho jóvenes.

Resulta patético observar a los diferentes periodistas deportivos opinar sobre este tipo de sucesos. Tan cuidadosos y demagogos de no entrar en política salvo que la política que les afecta no es la que ellos desean, como es el caso que nos ocupa. En el programa deportivo de anoche El Larguero, comandado por José Ramón de La Morena, quien se hace defensor a ultranza de unos valores democráticos que hace suyos cuando le interesa y cuando no se los pasa por el forro. Así lo demostró anoche en sus comentarios en los que se lamentaba acerca de la libertad de Santi. Su defensa a ultranza de la violencia policial y un patriotismo rancio e irracional, cercano al odio por el simple hecho de que Santi no sea un español de los suyos, demuestra la catadura moral de este tipo de individuos. Así lo demuestra una de sus intervenciones que hizo en programas anteriores donde reconocía no entender como podía haber hinchadas españolas que defendieran al ultra del Olympique, refiriendose a esta actitud como "echar piedras a su propio tejado". En el día de ayer cargó contra todos aquellos jugadores de renombre, como Zinedine Zidane, que se han posicionado en favor de Santi.
Las únicas notas de cordura en todo este asunto parecen ponerlas los temidos ultras a los que tanto se empeñan en difamar y equiparar, ya sean estos antifascistas o fascistas, al igual que ocurre en los diferentes ámbitos de la sociedad. Así, los ultras rayistas "Bukaneros", han decidido "pedir perdón a todos los afectados y aficionados del Olympique ya que el día que quede demostrada la inocencia de Santi, ni prensa, ni policías, ni jueces se dignaran a hacerlo". Y es que señor don José Ramón de La Morena, la verdad y la justicia está por encima de ideologías y de sentimientos patrioteros.

Por último, cabe recordar que el pasado 8 de diciembre se cumplían diez años del asesinato de Aitor Zabaleta a manos de un miembro del Frente Atlético. Otro gallo cantaría si en vez de dedicar tantos esfuerzos a difamar, se dedicaran a desterrar de las gradas a los verdaderos asesinos que se escudan bajo el sentimiento ultra en los estadios. Mientras el asesino de Aitor está en la calle por matar a puñaladas a un aficionado vasco, la cabeza de Santos Mirasierra, condenado por defenderse de la violencia policial, sigue estando en la órbita de estos ultras de las o­ndas...

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