7 mar 2008

Condenan a siete meses de cárcel al dueño de la Librería Europa por apología del genocidio.

El conocido librero filonazi Pedro Varela Geiss, dueño de la polémica Librería Europa de Barcelona, ha sido condenado por la Audiencia de Barcelona a siete meses de prisión por un delito de apología del genocidio.

El Juzgado de lo Penal número 3 de Barcelona, sin embargo, sí que ha acordado absolverle de los delitos que se le imputaban de incitación al odio, a la discriminación y a la violencia.

Cabe recordar que el pasado mes de enero, durante una de las vistas a la que se ha sometido el librero, la Fiscalía retiró su petición de cárcel por justificación del Holocausto, delito por el que fué condenado a cinco años de prisión en 1998 y contra el que presentó el recurso cuya resolución acaba de conocerse.De hecho, la sala que ha valorado dicho recurso ha rebajado el peso de la condena por entender que ha existido un exceso en la dilación del juicio.

Hace pocas fechas Pedro Varela Geiss volvió a ocupar titulares de actualidad por organizar en Madrid y Valencia , con colaboración con la editorial Fuerza Nueva, y en su propio local de la barcelonesa calle Séneca, conferencias con conocidos autores revisionistas, como la de David Irving, o abiertamente supremacistas, como la de David Duke, quien fuera líder del Ku Klux Klan.

En 1998 fue condenado a cinco años de cárcel por promover el odio y la discriminación.
La paralización durante todos esos años de la causa en el Constitucional ha ocasionado que hayan transcurrido más de nueve años desde que el juzgado de Barcelona dictó la primera sentencia (noviembre de 1998) hasta que ayer se resolvió el recurso
«Mentira el holocausto, mentira las cámaras de gas, mentira los crímenes de guerra nazis y mentira el diario de Ana Frank». Es el extracto de uno de los miles de libros que podían encontrarse en la librería Europa de Barcelona.
El dueño del local, Pedro Varela, ha sido condenado a cinco años de prisión por los delitos de apología del genocidio y provocación al odio, a la discriminación y a la violencia racial.La sentencia del titular del juzgado de lo penal número 3 de Barcelona, Santiago Vidal, sienta un importante precedente: se trata de la primera condena en España por exaltar el régimen nazi, negar la masacre padecida por el pueblo judío e inducir a la violencia.
Más de 20.000 libros, vídeos, cintas de audio, fotolitos, catálogos, correspondencia, postales y posters incautados por los mossos en el interior de la librería han servido como prueba para llegar a una sentencia condenatoria.«La inmensa mayoría de dichas publicaciones contiene textos en los que se incita a la discriminación y al odio hacia la raza judía, considerando a sus miembros seres inferiores, a los que se debe exterminar como a las ratas», recoge la sentencia.
El juez dedica buena parte de la sentencia a argumentar que, en ningún caso, se conculca el derecho de libertad de expresión del acusado. El magistrado llega a la conclusión de que «en el difícil equilibrio del sistema democrático de derechos y deberes no vale todo. Esa es su grandeza, pero también su debilidad».
Derechos humanos
Para el magistrado, «el respeto a los derechos humanos está, y debe seguir estando, por encima de cualquier otro derecho individual, incluido el de la libertad de expresión».
La defensa de Pedro Varela alegó una hipotética inconstitucionalidad ante el juez por atentar contra la libertad de expresión y la libertad ideológica del acusado. El magistrado zanja esta cuestión diciendo que la limitación de la libertad de expresión, en este caso, «es legítima, necesaria, razonada y coherente, porque no puede ser ilimitada cuando afecta a derechos ajenos».
Pedro Varela todavía no entrará en prisión, porque tiene derecho a recurrir la sentencia para que otros magistrados la revisen. Pero, el juez señala que hay riesgo de que huya al extranjero. Por eso le ha obligado a dejar el pasaporte en el juzgado y a presentarse en él todos los meses.
En la puerta del juzgado, donde fue a recoger la sentencia, Varela negó que pretenda fugarse. «Es una sentencia política tremendamente injusta», afirmó. «Soy una víctima, no un criminal. Yo no he matado a nadie, sólamente vendo libros de Historia», dijo. También lamentó que la gente no tenga libertad de acceso a la información.
«Sentencia contundente»
El disgusto del acusado contrastaba con la satisfacción de los miembros de la organización no gubernamental SOS Racismo, que, junto con la comunidad israelí de Barcelona, ejerció la acusación particular. El abogado de SOS Racismo, Jordi Galdeano, afirmó que se trata de una «sentencia contundente» que «fija un precedente importante para evitar que los racistas y los xenófobos salgan en los medios de comunicación y distribuyan propaganda de sus ideas».
La librería permaneció abierta. Eso sí, todo el material incautado deberá ser destruido.
Esta sentencia que sonó en su momento en todos los medios de comunicación finalmente quedó en saco roto al igual que lo hará está ya que en el Estado español se legitima y apoya con su permisividad a este tipo de grupos ultraderechistas que terminan campando en sus anchas en los estadios de futbol, en la propia calles amparados por las Fuerzas de Seguridad del Estado que muchas veces se les vé de forma amigable en los transcurso de las manifestaciones o en las propias cárceles bajo el guiño complice de los propios carceleros que, muchos de ellos, aprueban y sonrrien sus causas racistas.
La lucha contra el fascismo no queda en la acción directa contra estos grupúsculos sino contra la escoria capitalista que día a día arrincona a lxs trabajadores a una miseria de vida.