Los cambios estratégicos en las economías emergentes y la ruptura de las relaciones neocoloniales entre diferentes regiones del Sur con el Norte lleva a las clases medias europeas a refugiarse en posturas xenófobas frente a la crisis. El componente medio de estas clases reacciona frente a la inmigración de países pobres, cree que hay que aplicar mano dura contra la subversión y opina que la pobreza es una consecuencia inevitable, aunque conozca el papel de los monopolios y de las instituciones financieras.
Los estudios realizados por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), así como algunos centros periodísticos denotan una clara tendencia: los trabajadores españoles cuyo componente salarial supera los mil euros mensuales se hacen más conservadores con la crisis. No se consideran socialmente trabajadores, creen que el tercer problema de España es la inmigración tras el paro y la economía, abogan por la solución policial a los conflictos políticos y creen que efectivamente los bancos y grandes corporaciones tienen responsabilidades muy evidentes en la crisis económica, pero que si se trabajara más no habría tantos problemas.
La composición de las clases medias
Por grupos salariales, hay un amplio margen con diferentes subescalas en los que se incluyen una clase media alta y una clase media baja. En la primera habría que incluir a los grupos salariales cuya percepción salarial es de dos, tres o cuatro veces el Salario Mínimo Interprofesional (SMI), aproximándose a una percepción mensual de 2500 euros y compuesta por profesionales liberales y funcionarios de escala media. La segunda estaría compuesta por un grupo salarial que supera en hasta un 50% el SMI, siendo su salario mensual de aproximadamente entre los 1000 y 1500 euros mensuales; este grupo está formado por trabajadores fabriles de entre 25 y 40 años y trabajadores del sector servicios. Según el Instituto Nacional de Estadística, estos grupos salariales componen el 53% de la población.
Estos grupos sociales, quizá los que han visibilizado de manera más directa los efectos de la crisis económica por la vía del recorte de su consumo, son sin embargo los que reaccionan de manera opuesta a sus intereses de clase. Ante los despidos y la reducción del costo laboral en las empresas, creen necesario aguantar el chaparrón para que no les ocurra lo mismo que a otros compañeros. Ven con desprecio el enriquecimiento que las grandes empresas han tenido a costa de su trabajo, pero rehusan identificarse con los sectores más pobres que aspiran a cambiar, quizá de manera más radical, las injustas condiciones de vida.
¿Qué está pasando en el mundo y cuál es la reacción de ese 53%?
Cambio de las convertibilidades monetarias de las injustas relaciones Norte-Sur, nacionalizaciones o renacionalizaciones de empresas en los antiguos países coloniales que caminan hacia una ruptura con el imperialismo, integraciones económicas de aquellas zonas anteriormente castigadas por el genocidio neoliberal y que aspiran a la recuperación de la soberanía de los pueblos que lo integran… Es decir, se están dando cambios cualitativos en la política mundial que tendrían que tener consecuencias positivas en el nivel de conciencia de las capas afectadas por un modelo económico en colapso, pero sin embargo no es así.
En determinadas ocasiones, la izquierda hace una valoración mecánica de este tipo de procesos(crisis económica + reducción del nivel de vida=lucha, insurrección, insurgencia, revolución…), sin atender que estos acontecimientos no solo responden a un criterio económico, sino que hay un componente psicológico desarrollado en función del papel que cada persona juega en una sociedad dada. En la medida en que no se analiza en su conjunto todos estos procesos económicos, muchos compañeros, activistas y militantes caen en el escepticismo y en la renuncia. Sin embargo, el planteamiento nos indica que no estaban equivocados en el proyecto, sino en como llevarlo a cabo atendiendo a todos los factores que inciden en el proceso social, resultando la ecuación: lucha política y cambio social=crisis económica + pauperización + represión + sinergías internas de los movimientos populares + nivel de cohesión…
Ciertos elementos de reaccionarización social los achacamos al nivel de influencia que los medios de comunicación de los monopolios de la información tienen sobre la sociedad, lo cual es cierto, pero quizá haya que produndizar más en las razones que llevan a un sector mayoritario de la sociedad a aceptar valores reaccionarios, razones que van mucho más allá del poder mediático. Para popularizar y aceptar el famoso “¿Por qué no te callas?” que el Rey español espetó al Presidente venezolano Hugo Chávez Frías, no solo se tuvo que reproducir más de un millar de veces diarias por los distintos medios de difusión, también es necesario mentes receptivas a ese tipo de mensajes, mentes que no se forman en unas horas y que son consecuencia de la concepción del mundo que cada uno tiene.
Las clases medias europeas, rentistas del colonialismo
El concepto ultraliberal de la “sociedad de los 2/3” desarrollado en Europa en la década de los 80 y que coincidía con el fin del socialismo en Europa del Este, no era más que la versión edulcorada del modelo colonial pero trasladado a las metrópolis. Se abandonaba el campo de la lucha de clases a cambio de un amplio porcentaje de posibilidades de recaer en esos cupos de priviliegiados. Para el tercio restante, solo cabría una rendición negociada de sus condiciones, que sería amortiguada por ayudas asistenciales para paliar las consecuencias del modelo que los propios impositores habían creado.
Los privilegiados por ese desigual reparto tenderían a olvidar las consecuencias que tendría el modelo en el resto del mundo para empezar a gozar. Los barrios pobres de las grandes capitales españolas y europeas fueron modelados a gusto del nuevo marco económico: expulsiones masivas de personas que vivian en infraviviendas y construcciones de apartamentos en su lugar, que a su vez estarían colocados cerca de carreteras y autovías depredadoras del medio ambiente, para que los automovilistas vieran las consecuencias. Créditos fáciles de conseguir, con condiciones de usura, pero que solventaban aparentemente el problema de la vivienda. Y los inmigrantes hacían los trabajos que nadie quería, haciendo jornadas interminables, sin garantías salariales y expuestos a una muerte prematura por las condiciones de trabajo inseguras, que por otro lado han gozado de una complicidad social siniestra, donde las mayorías han preferido mirar a otro lado.
Pero ese modelo de consumo depredador, con miles de toneladas de alimentos que diariamente se tiran a la basura, se hace con las espaldas de millones de trabajadores expuestos a condiciones terribles de explotación. De alguna manera, es inevitable pensar que una marca deportiva de la que todo el mundo sabe las condiciones de trabajo de sus empleados, sea la primera en ventas en los países de Europa y en EEUU. Por lo tanto entendemos que ese modelo criminal, gozaba de apoyos entre una amplia mayoría de la población.
La clase media ante la crisis económica
Los monopolios informativos del sistema capitalista, transmitían a través de sus televisiones en África o en América Latina un mundo ideal, de “way of life”, donde se aplicaba un colonialismo mental que se resumía en lo siguiente: estos avances no son para países pobres. Este criterio neorracista es de absoluta vigencia en la actualidad.
La radio del exilio cubano en Miami “Radio Martí” reprocha al Gobierno cubano el formar parte de ese “Eje del mal” diseñado por George W. Bush y sus restricciones al libre comercio que ha pauperizado históricamente a América Latina. El canal de la oposición venezolana Globovisión se posiciona en contra de que Petróleos de Venezuela dé suministro bonificado a pequeños productores o que garantice calefacción a las familias pobres de Londres o Nueva Orleans. O todos los canales de televisión argentinos, excepto los dos de la televisión pública(Canal 7 y Encuentro), dieron amplísima cobertura a las protestas de la oligarquía argentina a la que le querían aplicar un impuesto a los beneficios por la exportación de la soja.
Pero en la medida en que en determinadas zonas del planeta han prosperado opciones políticas soberanistas, el reparto de la renta extraida de estos países ya no se puede engrosar los abultados patrimonios de las multinacionales de las distintas patrias financieras, y las élites económicas de las metrópolis tienen que decidir: o recortar partidas de los fondos destinados a aplacar las tensiones sociales en sus respectivos países, o suicidarse. Dejamos al lector que opte por lo más lógico.
Bien. Ya tenemos el contexto mundial en el que se va a mover esa clase media de los países del centro, de la que no hemos dicho nada nuevo. Ahora vamos a entrar en el análisis que la clase media hace de la situación.
La clase media, entre el fascismo y su humanización
Antes de abrir cualquier clase de polémica, hay que advertir que cualquier análisis de la psicología social descarta hacer valoración alguna sobre los impulsos de aquellos sujetos tratados. En este epígrafe vamos a evitar limitarnos a un simple análisis, e intentaremos introducir algunas claves para entender el comportamiento de las clases medias de los países centrales, y a hacer una mención específica al comportamiento de la clase media española.
Primero hay que partir de que la clase media es una clase social derivada, no originaria, es decir, es una clase surgida de la evolución económica de su sociedad. Su ascenso social proviene de su participación en el proceso productivo pero no desde una posición productora, sino administradora o gestora de bienes ajenos. Está formada por profesionales, funcionarios, obreros cualificados, técnicos y pequeños comerciantes. Podríamos definirlos como los intermediarios del sistema social.
En los orígenes del capitalismo moderno, fue una clase pequeña, de escasa relevancia puesto que había un capitalismo poco desarrollado. Se desarrolla en base a un sistema piramidal en cuya cúspide están los grandes propietarios, en un escalafón intermedio estarían las clases medias y en la base de la pirámide las masas obreras.
Con el desarrollo del capitalismo, y la ampliación de su capacidad de intervención en el resto del mundo(imperialismo), las clases medias de estos países va creciendo enormemente. ¿Pero este crecimiento es consecuencia de las bondades del imperialismo?, no, lo que ocurre es que esas masas obreras se van convirtiendo en clase media en la medida en que los focos de explotación capitalista más agudos se trasladan a las colonias.
Para reforzar a esa clase media, se crea toda una superestructura económica y sociopolítica que precisamente tiene como fin proteger ese modelo. Se crea la figura del emprendedor, con la que se alimenta la ambición de las clases medias por parecerse a los grandes capitalistas; se privilegian formas de consumo que creen dependencia de esa forma de sociedad, y sobre todo se hace perder la identidad a sus componentes: los que antes eran obreros, ahora ya no lo son; los que tuvieron que emigrar, ahora recelan de los inmigrantes; ven normal que la gente proteste por el empobrecimiento, pero tampoco quieren identificarse con ella porque confian en que su status les reportará mayores beneficios.
En el caso español, la situación es un tanto más peligrosa. La clase media española que compone ese 53% aproximado del que hablamos arriba tiene un estrato más bajo. No es una clase media ligada a sectores productivos esenciales(pues estos han sido desmantelados y solo quedan explotaciones fabriles sin repercusiones estratégicas para el Estado), sino que está ligada mayoritariamente al sector financiero, de servicios o de economía auxiliar de las multinacionales. Tiene su origen en el período desarrollista del franquismo, y está ligada a su estructura económica. En las zonas rurales, es la base social de los resabios del nacional-catolicismo fascista, y en las zonas urbanas es la eterna llorona de las cada vez más menguadas capacidades de consumo a las que está ligadas. En el caso español, no solo hay una reacción más o menos unánime de este estrato social contra la inmigración, los sectores más empobrecidos o la insurrección, sino que existe una complicidad directa en su represión.
Entre la posibilidad de utilizar los cambios en las relaciones Norte-Sur y el colapso del sistema capitalista para transformar la sociedad, o reforzarlo, la clase media opta por lo segundo. Reforzar ese sistema equivale a alejar la incertidumbre derivada de su participación en cualquier proceso de cambio profundo. Las teorías fascistas, transformadas ahora en doctrinas de seguridad nacional, lucha antiterrorista o seguridad ciudadana, que tienen un respaldo muy amplio entre las clases medias, son el mejor ejemplo de esa huida hacia adelante de estas capas en Europa. Es, en palabras de Fromm, “el miedo a la libertad de los que todavía tienen algo que perder”(1).
Pasos de gigante hacia la materialización del fascismo
Mientras se están anunciando por parte de las instituciones financieras “síntomas de mejora” en el modelo económico mundial, debemos saber a quien corresponde esa mejora. Millones de trabajadores en Europa están aceptando la ampliación gratuita de su jornada de trabajo, lo que implica un beneficio directo para la patronal que ahorra en la contratación de nuevos empleados; no se están aplicando las subidas salariales derivadas del aumento anual de los precios( los trabajadores pagan cada vez más por el mismo servicio o producto), lo que supone una mayor transferencia de rentas del trabajo al capital(en España esta medida está regulada legalmente con el pacto Patronal-Gobierno-Sindicatos conocido como “Compromiso de Moderación Salarial” que se firma anualmente); con la ayuda de sindicatos europeos y Gobiernos, las empresas están ejecutando centenares de miles de despidos utilizando fondos públicos para el cobro de indemnizaciones, con un resignado apoyo de los trabajadores; decenas de miles de trabajadores inmigrantes están siendo expulsados y penalizados con detenciones administrativas por no tener contrato de trabajo, con amplio consenso social y tras haberse producido en Europa varios acontecimientos en los que trabajadores nativos agredieron a migrantes; además se está dando apoyo expreso o tácito a medidas de corte neonazi en cuanto a razzias policiales o “ciudadanas” en las que ya ha habido centenares de trabajadores muertos, y donde España, Italia y Francia son los pioneros.
En el plano político, está habiendo una fascistización calculada contra la sociedad. El rechazo de plano a la solución dialogada de los conflictos, el papel de idiotización que las Fuerzas Armadas están jugando entre miles de jóvenes, a los que reclutan con mentiras sobre Misiones de Paz en Líbano, Afganistán o Haití, o la creciente oferta de empleo de Policías Nacionales, Autonómicas o Locales, todo eso está incurriendo en una preparación sociológica para la posterior represión de cualquier clase de disidencia organizada, no solo dentro de las fronteras de la UE, sino también en el exterior, formando escuadrones de la muerte y a fuerzas de represión de regímenes criminales en África, Asia y América Latina a través de organismos como el FRONTEX o la Agencia Europea de Cooperación.
La Europa de los 27 es ya la Europa de los años 30. Todas esas capas cómplices de la represión y de las muertes diarias de centenares de obreros en el continente serán las que pagarán las consecuencias de ese sistema que colaboran a organizar. Paradójicamente, el fin de ese sistema vendrá de la mano de una total ruptura de los polos soberanistas que se están formando en el planeta con sus antiguas potencias coloniales, y el camino ya ha comenzado.
Notas
1-El miedo a la libertad, de Erich Fromm. Ed. Paidos Estudio (VV.EE.).
LaHaine.