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La oposición protesta con dureza. "Es el precio que paga el gobierno a la Liga Norte", declara Dario Franceschini, secretario del Partido Democrático. "No se destinan más recursos a las fuerzas de policía pero sí pasa el delito de clandestinidad que atascará el trabajo de los magistrados, y abarrotará las cárceles sin perseguir la criminalidad que explota la inmigración clandestina". Los diputados de Italia de los Valores levantaron en el hemiciclo carteles que decían: "Los verdaderos clandestinos sois vosotros. Gobierno: clandestino del Derecho".
En declaraciones al 'Corriere della Sera', el secretario del Consejo Pontificio para la pastoral de los migrantes y de los itinerantes, monseñor Agostino Marchetto, dijo que la ley sobre seguridad traerá "muchos dolores y dificultades" a los inmigrantes. Sin embargo, la mayoría de los ciudadanos de un país mayoritariamente católico aprueba las medidas. El Vaticano critica, ma non troppo. Recordemos la dureza de las declaraciones cuando la muerte de Eluana Englaro. Protestar de veras, sostienen algunos católicos, significaría abrir las puertas de las iglesias a los inmigrantes.
Lean este texto con atención:
"Generalmente son de pequeña estatura y de piel oscura. No les gusta el agua y muchos apestan porque llevan la misma ropa durante semanas. Se construyen chabolas de madera y aluminio en los suburbios de las ciudades donde viven, encima unos de otros. Cuando consiguen acercarse al centro alquilan carísimo apartamentos cochambrosos. Se suelen presentar dos y buscan una habitación con cocina. Luego se convierten en cuatro, seis, diez. Entre ellos hablan lenguas incomprensibles para nosotros, tal vez dialectos antiguos. A muchos niños los usan para pedir limosna y delante de las iglesias suelen ponerse mujeres vestidas de negro y ancianos que claman piedad con tono penoso. Dicen que tienen querencia al robo, y si se les obstaculiza, se vuelven violentos. Nuestras mujeres los evitan no sólo porque son poco atrayentes y salvajes sino porque se ha extendido el rumor de algunas violaciones ocurridas en calles periféricas al volver las mujeres del trabajo.
Nuestros gobernantes han concedido demasiadas entradas en las fronteras pero sobre todo no han sabido seleccionar entre aquellos que entran en nuestro país para trabajar y quienes piensan vivir como parásitos o incluso de actividades criminales...
[...] Les invito a comprobar los documentos de procedencia y a devolver a sus países a la mayoría.
Nuestra seguridad debe ser la primera preocupación."
Es un fragmento de un informe de la Inspectoría para la Inmigración del Congreso sobre inmigrantes italianos en Estados Unidos. En octubre de 1912 los clandestinos eran otros...